Málaga tiene una fórmula única: combina el ritmo relajado del sur con una energía creativa que se respira en cada rincón. Aquí, el talento no se encierra en oficinas: circula entre playas, coworkings, museos y centros de investigación.
Es la única ciudad de Europa donde puedes visitar un Centre Pompidou y, a la vuelta de la esquina, asistir a una demo sobre salud digital en el Polo de Contenidos Digitales, un espacio que impulsa simuladores clínicos, apps terapéuticas y formación inmersiva con IA.
Mientras tanto, en el Parque Tecnológico de Andalucía, cientos de empresas biotecnológicas y farmacéuticas trabajan codo a codo con startups, universidades y hospitales. Aquí se desarrollan algoritmos que predicen patologías, sensores inteligentes y plataformas de gestión hospitalaria.
Y entre una sesión y otra, Málaga recuerda que la vida también se celebra: con una tapa de pulpo en El Pimpi, un atardecer en el Muelle Uno o una guitarra flamenca sonando desde una terraza.
En Málaga, lo más original es esa mezcla improbable —pero real— entre ciencia puntera, clima amable y alma mediterránea. Una ciudad que no se parece a ninguna otra, y por eso mismo, deja huella.