Reconocimiento de culpa.  “Hablo mucho y muy rápido”, me avisa, lo que no erosiona un ápice la claridad de lo que expresa.  Mejor exculparla y disfrutar de la cascada de historias con las que te empapa y que, lejos de molestar, uno agradece como el mejor de los regalos en el tórrido julio de Madrid, lugar donde acordamos nuestro encuentro. Devora la ciencia que hay detrás de los medicamentos y la comparte con pasión. Se lo cree como la creen los profesionales con los que se relaciona a diario. Con esta canícula, que nadie nos dé la brasa. Mejor nos lo cuenta Julia Lezcano.

Por Esteban Bravo, periodista.

E.B. Medical Science Liason. De verdad, ¿es necesario referirse a su posición en inglés? Si Don Santiago Ramón y Cajal levantara la cabeza…

J.L. Bueno, es lo que nos toca vivir en estos días: la pleitesía al idioma inglés. Es algo ya habitual en nuestro trabajo diario el introducir determinados términos en inglés. La gente ya lo tiene interiorizado y resulta algo normal.

E.B. Pues me revelo ante tal pleitesía. Ayúdeme.

J.L. Por ser usted, dejémoslo en MSL.

E.B. Por yo entenderlo, explíqueme qué es eso.

J.L. A grandes rasgos y sin entrar en mucho detalle, un MSL es una posición de campo dentro del Departamento Médico que facilita el intercambio de conocimiento científico sobre los fármacos de una compañía tanto comercializados como en desarrollo clínico.

Establece relaciones científicas con expertos del área terapéutica de interés, siendo, a nivel estratégico, los lideres de opinión (KOLs) el grupo de expertos más importante. Además, está en contacto estrecho con los diferentes departamentos de la compañía (Ventas, Market access, Marketing, Compliance…).

E.B. ¿Y qué hay que hacer para convertirse en algo tan importante?

J.L. No más importante que otras posiciones que de una u otra forma también están en contacto con nuestros clientes. Si no se me pone usted sarcástico, le cuento cómo he llegado hasta aquí.

E.B. Prometido

J.L. Después de pasar ese período de la adolescencia en la que una quiere ser de todo -pensé en periodismo, psicología…- , cuando llegué a BUP ya tenía más claro lo de las ciencias, aunque decidirme no me decidí hasta COU. Porque le cuento que yo soy de COU, pero ojo, no se crea que soy tan mayor porque soy de la última promoción. Se lo digo para que lo deje claro en la entrevista.

E.B. Pero mujer, si yo no pensaba hacer ningún comentario sobre su edad. Sobre todo, porque yo también soy de COU, pero de la época del pleistoceno. Venga, siga contándome.

J.L. Sí, que hablo mucho. Finalmente opté por estudiar Bioquímica en la Universidad de Zaragoza y, si le soy sincera, comencé sin tener muy claro cuál podría ser mi futuro profesional.

E.B. Lo de la industria farmacéutica, ¿nunca se lo había planteado?

J.L. Aunque también viví una época en la que pensaba estudiar Farmacia, lo de la industria nunca lo tuve como un objetivo. Cuando comienzas la carrera empiezas a valorar posibilidades en base a informaciones que te van dando, a las prácticas que vas haciendo, en definitiva, vas estando atenta a lo que pueda ir surgiendo. Tras un verano de prácticas en el laboratorio del Hospital Clínico de Zaragoza, vi en la Universidad algo que yo creo fue el primer impulso para plantearme la industria como una salida profesional.

E.B. ¿Y qué fue eso que vio y que acabó siendo sobre lo que se sustentaría su futuro profesional?

J.L. Un cartel.

E.B. Explíquese.

J.L. Estaba colgado en la pared de un pasillo y anunciaba un Máster en Industria Farmacéutica y Parafarmacéutica. Tomando este momento como fuente de inspiración empecé a investigar diferentes máster o postgrados que me pudieran interesar, centrados en investigación, tanto básica como en industria farmacéutica. Al final opté por el máster del cartel, que impartía en CESIF, y que podía hacerse en Madrid o Barcelona. Estando en Zaragoza, habiendo veraneado siempre en Calafell, y siendo yo muy playera, acabé decidiéndome por la sede de Barcelona.

E.B. Playa al lado de clase. Criterio incontestable a la hora de elegir sitio para estudiar un máster.

J.L. (Risas) Y para acabar viviendo y desarrollar mi carrera profesional. Enseguida conseguí entrar como becaria en Novartis. Contrariamente a la experiencia de otros compañeros del máster, cuyo período de prácticas se limitaba a hacer fotocopias y poco más, la mía fue altamente satisfactoria. Desde el área de Inmunología y Trasplante tuve la oportunidad de aprender de la mano de los medical advisor algunas de las claves de lo que finalmente acabaría siendo mi trabajo.

E.B. Se le acabó la beca y los de Basilea no quisieron saber nada de usted.

J.L. La verdad es que no sé lo que hubiera pasado de haber completado el periodo de la beca. Cuando todavía quedaban tres meses ya empecé a buscar trabajo, enviando mi CV a varias compañías. Aunque en Novartis estaba disfrutando, mi espíritu inquieto me empujó a anticiparme a lo que pudiera pasar con el objetivo de tener otro plan, buscando así mi primer contrato laboral.

E.B. Intuyo que hubo suerte

J.L. Enseguida comencé a trabajar en Pierre Fabré. Comencé como medical advisor junior, de la mano con otro medical advisor, pero también de las brand manager. La parte del trabajo en la que tenía que relacionarme con los responsables de producto me hizo interesarme también por cuestiones que tenían más que ver con el marketing y pensar en formarme en esta disciplina. Ello me animó a hacer otro postgrado en Marketing, lo cual me ayudó a tener una visión más global de todo nuestro negocio.

E.B. Y Pierre Fabré se le quedó pequeño.

J.L. Después de cinco años en la compañía, haber participado en varios proyectos y entendiendo la importancia de los planes de Médico y de Marketing, tenía claro que mi pasión era el área médica. Pierre Fabré no tenía este departamento excesivamente estructurado y tampoco ayudaba el hecho de que sus productos eran casi todos fármacos maduros. Recuerdo con mucho cariño aquel período y a las personas con las que trabajé, pero llegó un momento en el que necesitaba afrontar otros retos.

E.B. ¿Qué buscaba?

J.L. Crecer en esa posición de medical advisor. Y con ese objetivo empecé a aplicar a ofertas de trabajo. Lo que ocurre es que, durante aquel proceso, ya pude constatar varias demandas de posiciones que llamaban MSL. Me llamó la atención. Durante las entrevistas te explicaban que se trabajaba con mucha autonomía, planificación, desplazamientos constantes… No tenía claro si encajaría en ese tipo de posición hasta que entré en un proceso en Novo Nordisk. Las entrevistas fueron bien y me animé a intentarlo. Estuve seis años llevando el territorio de Baleares y Cataluña y fue todo un período de aprendizaje. Hasta entonces nunca había estado implicada directamente en el lanzamiento de un fármaco, y durante este tiempo participé hasta en cinco.

E.B. Si me permite el chiste fácil, su antigua compañía tiene ahora armada una muy gorda.

J.L. Si lo dice por Ozempic, es lo que pasa cuando un medicamento tiene un efecto mediático tan alto. Todo el ruido alrededor hace que se descontrolen los mensajes, pero no creo que sea responsabilidad de la compañía. Precisamente en mi última etapa en Novo Nordisk ya comencé a acumular experiencia con una especialidad como la Nefrología, muy diferente a la endocrinología que era donde la compañía centraba una parte importante de su negocio. A partir de ahí, adivine que pasó.

E.B. Siendo un pelín perspicaz y hablándome usted de sus primeros pasos en el mundo de la nefrología, imagino que fueron los antecedentes de su aterrizaje en el territorio Champions del mundo renal.

J.L. Pues sí. En 2022 di el salto a CSL Vifor. Me apetecía el reto de trabajar y consolidar la experiencia con los nefrólogos, que ya traía de mi etapa anterior.

E.B. Pues fue entrar usted y empezar el ajetreo organizativo en la compañía. ¿Se arrepintió?

J.L. Es cierto que uno o dos meses antes de mi incorporación se había anunciado la compra de Vifor por parte de CSL, pero tampoco pensé que eso pudiera afectarme. Es algo que pasa habitualmente en el mundo de las empresas, y a mí, de los cambios, siempre me gusta quedarme con las cosas positivas. Por ejemplo, esos cambios me han permitido ampliar mis tareas más allá de la parte cardio-renal de la compañía, para pasar a trabajar también con enfermedades raras. Eso te permite aprender y crecer profesionalmente. Personalmente, los cambios siempre me han traído algo bueno. Llevo siempre muy a gala lo que cantó al mundo Fredy Mercury, “Show must go on”. Pase lo que pase, cambie lo que cambie, el show siempre debe continuar.

E.B. Pues estará usted feliz porque ya les han anunciado que lo de los cambios no paran por estos lares.

J.L. Mire, yo más que feliz le diría que intento desarrollar una buena capacidad de adaptarme a los cambios, interiorizándolos de una forma positiva. Hemos tenido muchos cambios en estos últimos años y ahora vamos a entrar en una nueva etapa. Lo cierto es que los resultados nos dicen que estamos haciendo bien las cosas y yo quiero quedarme con eso, que es algo constatable, y no con la ideación de conjeturas o hipótesis que lo único que pueden hacer es erosionar el ambiente de trabajo o hacer que se trabaje de forma menos eficaz.

E.B. Oiga, con usted da gusto

J.L. También me quejo, eh. No se vaya usted a pensar. Pero también desde la queja se pueden hacer aportaciones y ver oportunidades. Por ejemplo, entiendo que ante el cambio que ahora se avecina, la compañía, desde un punto de vista global va a ser más fuerte.

E.B. ¿Y no será que ustedes, los MSL, se sienten más invulnerables dada su relación de alta alcurnia con los clientes? Siempre he tenido la sensación que en la heráldica de las relaciones con los profesionales sanitarios, su escudo de armas tiene más pedigrí que el de los delegados de ventas.

J.L. No estoy de acuerdo con usted. Quizás haya puntualmente algún médico que a un MSL le mire más como a un igual, pero la realidad y en líneas generales, esto no va tanto de lo que pone en tu tarjeta, si eres MSL o delegado de ventas, sino de la confianza y valor que, desde una u otra posición, puedes generar. Mi experiencia en los proyectos en los que he tenido que trabajar codo con codo con los delegados es excelente, y de todos ellos siempre he aprendido algo.

E.B. Y lo que sí está aprendiendo de su fugaz visita a Madrid, es el calor que hace en la capital.

J.L. Constatando aquello de “vaya, vaya, aquí no hay playa…”. Yo que vivo en Calafell con un pie a la orilla del mar.

E.B. Con lo corrosivo que es el salitre…Cuando saca el pie del agua, ¿qué hace para seguir disfrutando?

J.L. Pues pasar el mayor tiempo que puedo con mi familia, mis dos Antonios y mis dos perros. Además, me dedico a mi otra gran pasión, el pádel. Estoy en varios equipos, compitiendo en diferentes ligas, entrenando con disciplina y demostrándome a mí misma que soy mucho más competitiva de lo que pensaba hace años. Yo no era nada deportista y ahora estoy totalmente enganchada.

Pues hasta aquí el enganche. Raudo cambio de agujas en dirección a su Calafell, el encuentro con su familia, sus dos perros y esa adicción que confiesa por el pádel. Amable traidora de la Pilarica, a quien cambió por las playas del mediterráneo. Pero leal a su gente, a sus amigas de siempre. La misma lealtad que ofrece la ciencia para que la salud de las personas mejore. Pasajera en clase preferente del convoy del conocimiento en el que viaja para compartirlo con sus médicos. Es el tren que no para pase lo que pase. No es el show, es Julia Lezcano quien debe continuar.