Pura persuasión engalanada por la evidencia científica, resultados en salud y la necesidad médica no cubierta. Narradora de un relato mercantilista, capaz de convertirlo en irrevocable argumento para que muchos pacientes en Portugal puedan acceder a tratamientos prometedores. Todo esto gira en torno al elevado precio de los medicamentos. De la maldición a la necesidad. Habrá redención. Con ella o con nadie.
Por Esteban Bravo, periodista.
E.B. Elisabete, imagino que es duro eso de tener que negociar el precio de un medicamento que necesita una persona.
E.G. Para mí es un orgullo. Poner a disposición de un paciente que, como usted dice, necesita un medicamento para mejorar su calidad de vida, es el final de una cadena que requiere mucho esfuerzo en términos de inversión, innovación, investigación… Encontrar y facilitar acuerdos que hagan posible el acceso de los pacientes a ese medicamento es una responsabilidad, no sólo mía o de CSL Vifor, sino de muchos otros agentes. Una vez conseguido, es, seguramente, lo más satisfactorio de mi trabajo.
E.B. Echando la vista atrás, cuénteme cómo aterriza usted en este mundo de los medicamentos.
E.G. De adolescente ya me gustaba la medicina, la biología, la química… la ciencia en general. Finalmente, estudié farmacia en la Universidad de Lisboa. Enseguida me di cuenta de todas las posibilidades que ofrecía la carrera y me interesó explorar áreas que no se abordaron en profundidad durante la carrera, como la fabricación y la comercialización de medicamentos. Quería entender todo el proceso, desde las primeras fases de investigación hasta las últimas, en las que el medicamento llega al mercado.
E.B. ¿Qué recuerda de aquella etapa de formación?
E.G. Sobre todo mis primeros pasos en el mundo laboral. Comencé en Schering-Plough, hoy MSD, y recuerdo perfectamente aquella toma de contacto con el mundo de la fábrica y de la producción y garantía de calidad. Allí empecé a entender todo el proceso. La importancia de las políticas de calidad, de seguridad, de todos los aspectos que son claves cuando hablamos de productos que van a tener un impacto positivo en la salud de las personas.
E.B. Lo que me cuenta está muy bien, pero aquello tampoco le debió enamorar mucho, porque está usted hoy en otras batallas. Tampoco la veo yo con la bata y el gorro en la cabeza, agitando una coctelera repleta de principios activos, polimeroles, sosa cáustica o ácido clorhídrico.
E.G. (Risas) No se crea. Estuve cerca de todo aquello y, como le digo, fue muy importante en aquel momento de formación, cuando daba mis primeros pasos profesionales. Es cierto que tenía otras inquietudes más relacionadas con asuntos regulatorios, farmacovigilancia… Para ello tuve que hacer un curso de postgrado, porque realmente la formación universitaria en la facultad de Farmacia no tocaba estas materias.
E.B. Definitivamente no hay nada mejor que salir de la universidad para empezar de verdad a formarse…
E.G. Yo creo que la formación ha de ser un proceso permanente y continuo. Aquel curso de postgrado y otro en evaluación económica del medicamento me permitió construir las bases de lo que sería definitivamente mi desarrollo profesional. En ese entorno fui acumulando experiencia en compañías como Ratiopharm (Mepha), Faes Farma o Effik.
E.B. Y apareció CSL Vifor.
E.G. Realmente no. Antes de llegar a CSL Vifor, tuve una experiencia fuera de la industria, aunque trabajando para ella. Estaba muy interesada en todo lo que era la financiación de medicamentos y tuve la oportunidad durante un tiempo de trabajar para dos consultoras en el ámbito del acceso al mercado. Fue una experiencia realmente enriquecedora.
E.B. Oiga, no se enfade, pero lo de acceso al mercado en el mundo de la salud a mí siempre me ha sonado… no sé, mejor no se lo digo por si se enfada.
E.G. Pues si no me lo dice, es cosa suya. Mire, no sea suspicaz. Se trata de establecer unas normas y unos procedimientos transparentes para que precisamente todos los pacientes que realmente las necesitan puedan beneficiarse de las terapias más innovadoras, eficaces y seguras. Regular todo este proceso es necesario y hace que las cosas funcionen.
E.B. Y en estas anda usted ahora en CSL Vifor.
E.G. ¡Correcto! El pasado mes de abril hizo un año desde que me incorporé a la compañía, siendo la responsable local del Área de Acceso y Financiación de nuestros medicamentos y Policy en Portugal.
E.B. Usted está integrada en el equipo de Iberia. Esto del acceso y la financiación en España es heavy metal. ¿En Portugal se hace más llevadero?
E.G. Por un lado sí. Al ser un país más pequeño, sin comunidades autónomas y sin tantos interlocutores con las que es necesario coordinarse, el trabajo es más sencillo. Pero la realidad es que luego te encuentras otras dificultades, principalmente basadas en la falta de recursos del Infarmed, que es a Portugal lo que sería la AEMPS a España. El problema no son los evaluadores, que hacen bien su trabajo, sino esa falta de recursos humanos que provocan que los plazos de financiación de los medicamentos sean excesivamente largos. En toda la Unión Europea, dependiendo de los países, los plazos son diferentes. Portugal es, sin duda, uno de los más lentos.
E.B. No sé cómo andan de recursos en la AEMPS, pero seguro que sus compañeros en España también viven su vía crucis.
E.G. Es un reto para todos. Todo ese proceso de precio y reembolso es largo y requiere de un esfuerzo muy importante. Tenemos que demostrar que nuestros medicamentos son innovadores, eficaces, seguros y que van a aportar valor y una mayor calidad de vida a los pacientes. Tenemos que contemplar el factor del elevado coste de la investigación que supone el desarrollo de un medicamento realmente innovador y, por tanto, nuestros interlocutores deben entender que necesitamos, como empresa, tener un retorno. El gran desafío es encontrar el equilibrio entre la necesidad de ese retorno y la comprensión de que los sistemas nacionales de salud son entidades cuyos recursos son finitos. La colaboración y co-responsabilidad entre todas las partes resulta fundamental en la búsqueda de ese equilibrio y en el encuentro de acuerdos de acceso sostenibles.
E.B. Al final, parece que todo se reduce a criterios economicistas.
E.G. La evidencia científica es muy importante y el criterio económico también, pero hay algo que va más allá de todo esto y que se llama confianza. La confianza que vas consolidando con tus interlocutores en base a tus años de experiencia es fundamental. Cuando la persona con la que estás intentando alcanzar un acuerdo sabe que tú eres confiable, que tu empresa es confiable, todo suele ser más fácil. En ese sentido CSL Vifor tiene muy arraigado ese concepto. Trabajamos para comercializar medicamentos verdaderamente innovadores que pueden ayudar realmente a mejorar la calidad de vida de los pacientes. Cuando tú sabes que esto es cierto y tu interlocutor también, se establece una relación basada en la confianza mutua y se abre un camino mucho más fácil de recorrer. Tampoco hay que olvidar la empatía. Saber ponerse en el lugar del otro.
E.B. Confía y empatiza con su interlocutor. ¿Se ve en un futuro al otro lado de la mesa?
E.G. Nunca digas nunca, pero no está en mis planes. Creo que en el mundo del medicamento todos los stakeholders han de tener un papel importante y contribuir de la mejor manera posible. Yo estoy muy satisfecha de mi contribución y desde donde la hago, aquí, en este excelente equipo que es CSL Vifor.
E.B. Usted que se pasa la vida negociando en los rincones del Infarmed, ¿lo sigue haciendo cuando se va a su casa?
E.G. Cuando me voy a casa procuro descansar, acompañada de mi familia. Somos cuatro en casa. Es verdad que, con una hija y un hijo en plena adolescencia, estoy obligada a negociar permanentemente casi todo con ellos.
E.B. Y no me diga más, está deseando volver a negociar con las almas cándidas del Infarmed.
E.G. (Risas) Pues casi le diría que sí. Lo cierto es que tengo una buena relación con ellos y de alguna forma el trato que mantenemos a mí también me ayuda a crecer. Creo que los adolescentes, los jóvenes, tienen muchas aportaciones que hacer y debemos escucharlos.
E.B. Definitivamente, los más jóvenes deberían pintar más en la vida de los adultos. Todo iría mejor.
E.G. Totalmente de acuerdo. Pero hablando de pintar más, ¿me deja que le cuente algo curioso?
E.B. Dígame, por favor.
E.G. Pintar es una de mis grandes pasiones.
E.B. ¿De dónde le viene esa afición?
E.G. Me acompaña desde hace mucho. Al principio pensé también estudiar algo relacionado con el arte, las letras, las lenguas… No se me daban mal estas áreas. En este momento de mi vida, pintar me reconcilia con muchas cosas. Además, siento que es un estímulo permanente que me ayuda también a mejorar en el ámbito profesional. Potencia la creatividad para buscar soluciones innovadoras, me relaja, hace que me relacione mejor con la gente. Comparto una tendencia actual que apuesta por recuperar todo lo analógico. El ser humano ha de hacer un esfuerzo por trabajar más con las manos y menos con teclados.
E.B. ¿Qué le gusta pintar?
E.G. Pinto muchos motivos, pero si me quedo con uno, quizás los retratos, las personas. No es una cuestión de los trazos de una nariz, de una mirada, de una expresión… El reto es ser capaz de capturar en el lienzo la esencia de una persona que sabes que es única.
E.B. Final que ni pintado.
Confluencia de mundos divergentes. Argamasa lusa que une y dignifica las mal sonantes cosas del precio de la salud con las personas que la han perdido. Desconcertante y persuasiva, me la creo. Desconozco su mando en la plaza de CSL Vifor, pero dudo que ahí, alguien pinte más que ella. Elisabete Gonçalves te dibuja la vida. Sin precio.